miércoles, 25 de septiembre de 2013


DETERIORO Y DAÑO DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO

El caso del Cerro Colorado, provincia de Córdoba
 

El patrimonio arqueológico en la Argentina se enfrenta actualmente a numerosos problemas de daños y deterioros causados por diferentes agentes naturales y humanos.

El cerro Colorado, en la provincia de Córdoba, no está ajeno a esta gran problemática ya que ha sido objeto de vandalismo y desgaste natural, producto de una falta de control y gestión adecuada por parte de la comunidad del lugar y del estado provincial y nacional.

La Reserva Cultural Natural Cerro Colorado se ubica en la intersección de los departamentos Tulumba, Sobremonte y Río Seco, unos 160 km. Al norte de la ciudad de Córdoba. Comprende un conjunto de cerros (Colorado, Intihuasi, Veladero y Condorhuasi).

Fue declarado Reserva por decreto del provincial 2.821 del año 1992. abarca una superficie de 3.000 hectáreas de tierras privadas. Se trata de una Reserva que encierra una gran singularidad basada en sus característicos cerros rojizos, sus bosques relictuales de mato y el valor arqueológico de las pictografías que adornan sus aleros y cuevas de areniscas. Por tal razón, fue declarado Monumento Histórico Nacional por decreto 881 del año 1961 y Parque Arqueológico y Natural por decreto ley 4.861-B del año 1957.

El territorio fue habitado por pueblos indígenas que utilizaron los aleros y abrigos rocosos como expresión de sus actividades mágico-religiosas. En los cerros Colorado, Veladero e Intihuasi, los aborígenes pintaron y grabaron más de 35.000 motivos en las paredes, techos y bases de los aleros y paredones. Con trazos finos o gruesos, con líneas continuas o discontinuas, ejecutaron figuras humanas y animales, diseños abstractos  y geométricos. De las rocas obtenían la materia prima para los colores: el sulfato de calcio para el blanco, el óxido de hierro para el rojo, la pirolusita para el negro; las grasas de animales y el agua proveían el aglutinante, mientras los dedos y los pinceles fabricados a tales efectos eran los instrumentos para aplicar los colores sobre las rocas. (la voz del interior, 2006).

Las principales causas de daño y deterioro de este sitio con arte rupestre están dadas por dos agentes: naturales y humanos; dentro de los primeros encontramos a factores como el agua que actúa provocando exfoliación, desprendimientos y acreciones. También están presentes los factores biológicos como líquenes y algas, aves e insectos. La incidencia solar y el fuego son otros factores al igual que el viento que provocan deterioro y desgaste en el lugar. El vandalismo es el principal factor humano que provoca danos muchas veces irreversibles en estos sitios. Éstos son provocados por los mismos pobladores, turistas y científicos. Muchos de estos danos son intencionales (graffiti, tizado, desprendimientos, sustracción, humedecimientos) y otros no intencionales (roces y destrucción por desconocimiento).

Este patrimonio cultural y arqueológico debe ser tratado con sumo cuidado y racionalidad, mediante la formulación de proyectos de investigación turística que tiendan a lograr la conservación y protección de éstos y así evitar su deterioro y daño.

Es evidente que en este yacimiento arqueológico falta una política organizativa más enérgica y comprometedora ya que se trata de un sitio de importancia cultural e histórica que debe estar mejor atendido por aquellos que tienen la obligación de hacerlo, tanto por los funcionarios de la repartición específica como los mismos pobladores del lugar. Por otro lado, el gobierno provincial y nacional deberían aportar en su presupuesto el dinero para revalorizar este yacimiento arqueológico, y entender que este esfuerzo no es un gasto más, sino una inteligente inversión y estando relacionada con el turismo tiene un rápido retorno.